miércoles, 22 de febrero de 2017

Reflexión: Murray, la ventana de las catacumbas sociales

Dicen que la revolución tecnológica que una parte de la humanidad está alentando, es la ladera de una cima experimental que hasta el momento resultaba inimaginable para el hombre, pero creo que es hora de desconectar todas esas finas lineas chispeantes que nos engarzan con el frenético lloviznar de conexiones tecnológicas para mirar hacia los pequeños bastiones que quedan en el mundo libres de redes sociales y observar si sus vidas no son infinitamente mejores que las nuestras; día tras día cometemos el gran error de pensar que el concepto de vida plena solo reside en el poder económico y en la capacidad tecnológica, siento deciros amigos que posiblemente estemos ante el mayor traspiés que el ser humano ha dado en toda su historia.
El mundo ha terminado convertido en un gran espectáculo bajo la carpa del pintoresco circo, entre leones, payasos y trapecistas nuestros valores hacen malabares para no caer bajo el estrepitoso aplauso de aquellos que se empeñan en extirparnos hasta el último resquicio de humanidad que se haya podido atesorar, un circo en el que los colores nos ciegan sin dejarnos ver los llantos y las penurias que se esconden detrás; una vida circense acompañada de música diseñada para acompasar nuestras decisiones disfrazando las noches de días y los días de noches, un circo ambulante que nos obliga como buhoneros a recorrer los polvorientos caminos mientras los políticos como viejos templarios nos inducen a creer que nuestras encrucijadas están plagadas de peligros para que nosotros sacudamos nuestro casi vacío saquito de tela y paguemos a esas fieras tributos para gozar de su falsa protección. En definitiva una carpa que nos vende un mundo irreal donde lo normal es estar deprimido y lo extraño es ser feliz; damas y caballeros bienvenidos al gran circo del siglo XXI.


Cuántos de los que estáis leyendo esto habéis estado o estáis sumidos en una depresión. Quizás si todos contestáramos a esa pregunta sinceramente, los resultados nos alarmarían de tal manera que recapacitaríamos sobre cada uno de los pasos que arrastramos a lo largo de la jornada. Alguien me dijo un día que todo problema tiene una raíz y hasta ese punto tenemos que llegar para poder sacar la goma de borrar y desvanecer las pinceladas opacas que enturbian el buen sentido de la palabra humano; es tremendamente fácil meterse en la cama, o dejar que las horas no cuenten, tan solo sumen, pero estas acciones que nos lapidan tan solo dependen de nosotros mismos y de la colosal capacidad de la que estamos dotados para salir de atolladeros profundos, muy profundos. 
Vamos a partir de la base primordial de que toda acción tiene una consecuencia y quizás hay que empezar por ahí, cualquier cosa que hagamos en vida nos consume la misma; por la inercia de salir indemne físicamente de muchos choques casi mortales de los que se tienen moralmente, pensamos que lo que hacemos no tendrá un pago pero ¡ay amigo! Caronte siempre está esperando para abrir a cámara lenta su huesuda mano y pedirnos el precio justo por nuestras acciones, da igual el lugar en el que te escondas o que pienses que un cuarto de siglo después es mucho tiempo como para que se acuerde de cobrar la deuda, el pasado siempre pasa factura en el futuro y en algún momento de la vida ese futuro se torna presente, arañando tus días y dejando que tropieces una y otra vez con el fantasma de las navidades pasadas. Esto que acabo de decir incluye por supuesto las fechorías en internet, ese gigante que parece que nos permite hacer toda clase de labores inadmisibles en un entorno normal, que estés mal o presentes problemas psicológicos enmudecidos por aquellos que no te quieren bien no quiere decir que poseas carta blanca para librar una batalla que lejos de ser en nombre del altísimo, emprendes como brazo armado del propio desprecio que te tienes a ti mismo; a este punto quería yo llegar, al mal uso diario y peligrosamente cotidiano de las redes sociales.
Tal y como estaba diciendo antes, las malas acciones se convierten en nefastas consecuencias, el mismo problema supone un delito físico que uno en la red y esto parece ser que no todo el mundo lo comprende; esta lista la podemos engrosar de tal manera que terminaría por estallar, encontramos todo tipo de auténticos profesionales del circo, desde los payasos que intentan hacer mofa de desgracias, asesinatos, y demás dolencias del alma, hasta los lanzadores de cuchillos que mienten en cada arma que te arrojan con el único fin de poner una coraza de arrogancia y prepotencia falsa a su verdadera piel, la cual suele ser un tejido quejumbroso de inestabilidad mental y carencias emocionales cosidas con pequeñas puntadas de exclusión social o familiar. A la gente que insulta tras un perfil en las redes sociales podemos sumar los desalmados que juegan un papel atroz en la evolución espiritual del ser humano y con ello sacamos a la palestra unos personajes dantescos y cada vez más comunes, seres que disfrutan compartiendo contenido sádico y bochornoso en sus redes sociales pretendiendo que todo el mundo sea partícipe de su amargura; al más puro estilo del cine gore, así es como estas personas se regocijan en su estado mental con múltiples psicopatías que vierten con un goteo incesante en las personas que por el contrario son fuentes de luz natural.

Se ha llegado a un punto en el que la violencia reina en internet, da igual por dónde se aborde el tema, y esto sí que supone un verdadero problema ya que cada vez son más los menores de diez años que tienen un acceso pleno y sin restricciones a las redes. El contenido que circula en las cuentas de los más y menos adultos se cierne en un alto porcentaje sobre el amplio y a la vez horrendo mundo de la hipersexualización, en el que las niñas han dejado de ser niñas, con cinco años saben más de moda y maquillaje que las mujeres; las ves con sus canales de belleza impartiendo clases como si el tramo de la niñez hubiese sido volado con dinamita, y esto parece hacer gracia a los padres que les proporcionan todo lo necesario para que continúen con actividades que ejercen claramente de tapia entre la etapa infantil y la inocencia. Aunque en este ámbito también tienen culpa irremediablemente empresas que han cambiado en sus percheros los graciosos y tiernos vestidos de manguitas de farol por las minifaldas de cuero y un largo prólogo de prendas que solo preceden a los capítulos de la infancia robada; la madre de la niña que vemos en la fotografía gastó 47.000$ en tratamientos de belleza para exhibir a su hija de seis años en un concurso de televisión, algo que indudablemente se ve potenciado por el nefasto uso de las redes sociales, ahora compartir fotografías de señoras que viven de sus madejas amorosas y de sus cuerpos es lo fascinante pero divulgar material informativo a nivel histórico es lo poco común y resulta hasta raro, ¿qué esperamos de un ambiente en el que ser un acosador recibe el nombre de hater y se ha convertido en casi un trabajo?.

Me encanta esta fotografía, el gran Bill Murray en su película "Atrapado en el tiempo"

"Durante unas horas, en todo el año, nos comportamos como la persona que siempre hemos querido ser", con esta frase Frank Cross nutre el emotivo discurso sobre la base perdida de la sociedad que pone el broche final a la película "Los fantasmas atacan al jefe"; lo que no comprendo es la razón que nos llevan a endurecer nuestro día a día de tal manera que acabamos siendo personas sin brillo en la mirada, tristes y mayoritariamente infelices. Bill Murray está siendo tachado de loco, dicen que ha perdido la razón, cuando yo busqué noticias sobre él después de escuchar esas afirmaciones me quedé helada al ver que se llamaba loco a un hombre que dedica su vida a hacer feliz a la gente con la que se cruza. Murray puede sorprenderte de maneras impensables para la sociedad fría y sin amor en la que vivimos, se le ha visto presentarse en el fondo de las fotos de algunas bodas, unirse a músicos callejeros, robar con su sonrisa pícara una patata frita a alguien y sonreír sin más dejando atónito al caminante, encontrarse a un taxista con un saxofón en su maletero y Bill acabar conduciendo y el taxista dando un concierto en el asiento trasero, unirse a una fiesta de estudiantes en un piso anónimo, colar por debajo de tu puerta una selfie en tu propio portal, felicitar la navidad al azar con fotografías navideñas firmadas de su puño y letra; abrir el buzón en plenas navidades, quizás una persona que vive en soledad y encontrarse con una felicitación de Bill Murray jeje. Cuentan las malas lenguas que Murray quedó marcado al borde de la locura por su otro yo: Frank Cross, pero esta frase me resulta hasta un insulto para el gran Bill Murray, si todos cogiéramos a este hombre de ejemplo el mundo rozaría la perfección y posiblemente se restablecerían muchos lazos humanos que hemos cortado nosotros mismos. Este señor ha compartido muchas veces los diez principios básicos de su filosofía de vida: 
1- «Los objetos son oportunidades». 
2- «La sorpresa es oro. Lo fortuito es una langosta».
3- «Invítate tú a la fiesta».
4- «Asegúrate de que todos los demás estén invitados a la fiesta».
5- «La música une a la gente».
6- «Sé generoso con el mundo».
7- «Insiste, insiste, insiste».
8- «Conoce tus placeres y sus parámetros».
9- «Tu espíritu seguirá a tu cuerpo».
10- «Mientras la Tierra siga dando vueltas, haz algo útil».

¿Cuánto cuesta escribir en una nota "eres increíblemente único" y dejar ese papel dentro de un libro de autoayuda en la librería? sabes que la persona que lo compre seguramente esté mal y necesite ese libro, al ver tu nota quizás le alegres el día, la semana o hasta lo empujes a dar el paso que rompa sus cadenas de tristeza. ¿Y si tocas un portal al azar y metes en un buzón cualquiera una carta de buenos días? creo que tenemos más cerca de lo que pensamos la posibilidad de hacer feliz a la gente y somos tan egoístas que llamamos loco a uno que lo logra ¿enserio hemos llegado a esto?. Os propongo algo, vigilemos más el contenido que publicamos en las redes sociales, y hagamos algo tan solo una vez a la semana que pueda hacer feliz a alguien anónimo, nunca podrás imaginar lo que puede alegrar el día a una persona una simple sonrisa aliñada con ese buenos días que omitimos muchas veces; cambiemos un poco el mundo para que algún día la luz acabe con la tristeza que sin saberlo propiciamos con cada mala contestación en la red, con cada foto sádica, con cada vídeo violento, tenemos la fortuna de ser únicos e irrepetibles seres humanos, recordemos eso cada día.

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