El gran abanico de posibilidades que tenemos hoy en día nos hace olvidar la importancia que tuvieron antaño algunos privilegios que ahora consideramos cosas cotidianas y sin la menor importancia, un curioso caso en este ámbito es el de los perfumes. Hace siglos que el gusto por la elegancia se instaló como un ciudadano más entre la sociedad, los perfumes han ido evolucionando de manera constante, algo que junto al poder adquisitivo del que gozamos actualmente, ha hecho posible que tengamos la botella de nuestra fragancia favorita sobre nuestro tocador; pero no siempre fue así.
En la vieja Nueva York del año 1900 era habitual encontrarse con esta máquina dispensadora que vemos en la fotografía, introducías una moneda de un centavo, tirabas en las astas del toro y éste a cambio dejaba salir casi disparada por su boca una bruma perfumada. El modelo de cabeza de toro se lo debemos a los creadores de la Continental Novelty Co. que le dieron forma a su proyecto en Buffalo (NY). El papel del anuncio que preside la pieza es muy difícil de encontrar intacto, por lo que dependiendo de su estado muchas casas de antigüedades optan por sustituir dicho anuncio por un espejo, dando lugar a confusiones entre coleccionistas, ya que originalmente la compañía nunca fabricó estas máquinas con espejos incorporados. Su precio actual en el mercado puede alcanzar los 15.000$.
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