Ponerse a escribir delante de una hoja en blanco nunca es fácil, pero resulta todavía más complicado cuando lo que quieres plasmar procede desde tu propia vivencia. Me considero una fiel admiradora de los clásicos con los cuales hemos crecido todos, esa magia que se encargaba de transportarnos, y diría que en cierta manera hasta de aleccionarnos sobre algunos valores que se dejaban entrever de manera fugaz pero persistente entre sus trazos, hablo sin duda de Disney, quién no recuerda durante su infancia esa escena tierna frente al televisor asomándonos al castillo de la Bella Durmiente o imaginando que crecíamos entre leones como lo hacía Simba en el Rey León, y qué me decís de las aventuras que corrían Pongo y Perdita para salvar a sus cachorros en 101 Dálmatas, películas que eran, son y serán mucho más que simples largometrajes, con Pocahontas se nos trataba de enseñar la importancia de la hermandad que debía mantenerse inquebrantable por el bien del planeta entre naturaleza y humanos, al igual que Dumbo nos mostraba lo lamentables que pueden llegar a resultar los circos o las actuaciones con animales, a simple vista parece ser que solo nos quedábamos con querer ser como sus protagonistas, pero en el fondo estábamos aprendiendo a sobrevivir a algo para lo cual nadie nos enseña, eso que no está dentro de lo que consideramos hoy en día peligroso sin darnos cuenta Disney con su continuo enfoque del bien y el mal nos estaba mostrando el camino para sobrevivir a la huella del ser humano. Puede parecer tajante, desvirtuado o incoherente, pero no existe mayor mal en evolución continua como lo es la huella que estamos dejando en el planeta, y no hablo ya solo a nivel de naturaleza (para lo cual deberíamos de meternos en una lluvia de adjetivos lamentables, los cuales nos merecemos uno por uno) si no de la perdida inexorable de valores básicos y fundamentales que al alba parecen desvanecerse cada día un poco más, dejando así en cueros a un Homo Sapiens que no dista demasiado o nada de sus antepasados, habría que retroceder en el tiempo hasta los primeros moradores del mundo para saber si en cuestiones de honor y respeto estamos atravesando una evolución o realmente es todo lo contrario.
Tal vez lo que Walt Disney pretendía a mano alzada era simplemente restaurar la raíz de nuestra alma, la condensación del verdadero ser humano, si nos paramos a pensar delante de una estantería repleta de estas películas, enseguida nos vienen a la cabeza un sin fin de personajes, solemos centrarnos y recordar solo a los héroes pero ¿qué hay de los villanos? aquellos que sin darnos cuenta reunen todas las lamentables cualidades que hay que tener para enturbiar el mundo de tal manera que se necesite un príncipe con coraza de honor para rescatar a la princesa, creo que estamos ante un reflejo de lo que viene siendo la sociedad hace décadas, si cogemos a Maléfica y la rescatamos temporalmente del cuento de la Bella Durmiente para profundizar en su origen esencial, podemos ver a una persona envidiosa, vanidosa, mentirosa, descarada, intolerante, egoísta, oscura, violenta, manipuladora, soberbia y tirana, todas estas palabras son solo la muestra de lo que encontramos entre la sociedad hoy en día, podríamos situar a las personas mentirosas en la cima de nuestra particular pirámide y comenzar a enlazar conceptos hasta el último peldaño, el cual seguramente deberíamos reservar para la palabra "sociedad", al final de toda esta aventura a la que llamamos vida ¿cuántas Maléficas nos hemos cruzado? ¿cuántas nos quedan por ver?.
Asombra ver la cantidad de personas a las que no les importa lo más mínimo dañar, menospreciar, manipular o insultar, esto último se puede hacer en un sin fin de formatos y todos ellos conducen al desprestigio humano, cuando alguien trata de engañarte y manipularte en cierta manera solo está insultando a tu intelecto, esa manera de superioridad que algunos guardan en el bolsillo de su chaqueta confeccionada con dos metros de hipocresía y dos más de autoestima dañina ¿existe una autoestima de ese nivel? si, claro que existe y no hablo de quererse a uno mismo, si no de ese concepto de dioses romanos que algunas personas pueden alcanzar, en Disney encontramos el ejemplo de las hermanastras de la Cenicienta, personas vacías que no aportan nada a la sociedad, pero que sin darse cuenta que creen que lo suyo es lo mejor, que nada más cuenta y que han nacido con el derecho de pisar a los demás, eso les pertenece legítimamente en su mente enferma, y llevan a cabo su atropello de vida constante hasta que alguien que se les cruza y solo con mirarlos a los ojos se da cuenta que el camino que quiere y debe coger está a mil años luz de ellos.
He escuchado muchas veces frases como "vives en un cuento Disney" seguro que vosotros también las habéis escuchado, pero quizás lo que no vemos es que todos vivimos en ellos, solo que a veces no sabemos si estamos frente a los villanos o frente a los héroes, un interesante campo para analizar detenidamente estos roles en la sociedad es el mundo de las redes sociales, en el cual mi experiencia es nefasta.
Tengo historias y vivencias para escribir un libro de manera literal, a cual de ellas más penosa y desesperanzadora, jamás entenderé por qué las personas (algunos no merecen esta palabra ligada a su nombre) utilizan los medios que nos brinda internet con el único fin de fastidiar, manipular y desprestigiar al resto, personas que por mentir piensan que son superiores a los demás.
Para los que seáis seguidores de esta web en la red social Instagram, supongo que ya sabréis que la semana pasada me vi en la obligación de ponerla privada y bloquear gente de manera masiva, desde el comienzo siempre he ido subiendo fotos de aviones, castillos, animales o cosas que yo consideraba inocuas, pero un amplio sector de mis seguidores pertenece al Islam, religión la cual menosprecia a la mujer de una manera espeluznante, para ellos mi cuenta es un insulto y así me lo han ido haciendo saber durante ya cerca de un año que dura esta situación, cada día me enfrento a una media de 30 mensajes con contenido deplorable los cuales han ido aumentando de manera considerable, hasta que la semana pasada comenzaron a tener un tinte sobrecogedor, rozando la locura y pasando por ofrecerme dinero por actos que no quiero ni mentar o amenazas de muerte y todo procedente de dos únicos países y os aseguro que ninguno europeo. Ante este cumulo de situaciones solo me ha quedado denunciar comentarios, reportar cuentas y entrar una absurda batalla virtual de la cual he terminado por sacar algo en claro, la pantalla es una pantalla, no hay más, y aunque a veces lo que pase en el mundo virtual pueda materializarse, nunca lo hará en forma del príncipe Eric de la Sirenita o del Genio de Aladdín, lo que nace de mentiras yace en mentiras, y esto es aplicable al mal, todo lo que tiene una raíz impura continuará siendo maligno, nada bueno nos podrá aportar, por lo tanto es mejor darse cuenta de lo que es tangible y lo que no, lo que debe importarnos y lo que no, lo que merece nuestro esfuerzo y lo que no, y sobre todo es necesario percatarse que tal y como nos enseña Úrsula la bruja del mar en la Sirenita cuando transforma su físico para engañar al príncipe con la voz de Ariel, nada es lo que parece ser y al final, debajo de mil capas o de mil y una, podemos ver el verdadero remanso de oscuras facciones que finalmente nos muestran los villanos de Walt Disney.
Con estos cuentos aprendí a defender a los animales, amar la vida, respetar a las personas por su esencia y su alma sin importar si son el Jorobado de Notre Dame o la Bestia, luchar contra las imposiciones de la sociedad, disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, sentirme orgullosa de ser quien soy, encontrar todo lo que necesito en mi interior, tener férreos principios morales, borrar la hipocresía de mi vida, pensar con decisión, saber qué es el honor, hacer de la astucia y la palabra un don y sobre todo, aprendí de una de las frases de la Dama y el Vagabundo, la cual encierra entre sus letras una colección de palabras que forman la definición perfecta del camino del que todos debemos alejarnos en esta vida: "Los miserables buscan otros más miserables para sentirse felices".
Cada día me sorprendes más con tu forma de escribir, creo que tienes un gran talento al que deberías sacarle más partido.
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