Nos guste o no todos en algún momento de nuestra vida hemos intentado superar a alguien, que nuestro pensamiento o nuestra manera de ver una situación prevaleciera por encima de cualquier otra persona, y esto realmente es algo muy peligroso, sin darnos cuenta estamos ante un fanatismo encubierto, el cual solo es medido o dosificado por aquellas personas que han conseguido abrir su mente cuando han alcanzado cierta edad y han comprendido por si mismas lo que hoy os estoy contando aquí.
Cuando un niño nace, ya se le destina para cierta educación subliminal de la que probablemente nunca será plenamente consciente, no hablo de enseñarle que no debe utilizar un mal vocabulario, yo me refiero a otro tipo de cosas, concretamente aquellas que lo rodean desde que ve la luz por primera vez y que no son administradas en ningún momento, solo se le intentan meter con calzador cueste lo que cueste. Pongámonos en situación, nace un niño y el primer regalo que recibe es una camiseta del Real Madrid por que su padre, su tío y su abuelo son fervientes seguidores de ese equipo y del fútbol en general, cumple dos años y se le regala un balón y con tres años la entrada a ver un partido ¿qué se está haciendo realmente? obviamente a ese niño no le gusta el fútbol por si mismo, es imposible, sabiendo que los niños son verdaderas esponjas de información y conductas, lo que estamos haciendo es moldear a una criatura a la que se le niega la posibilidad de escoger, y cuando sea adulto será igual que su padre, simplemente por que su familia lo ha querido así.
El fútbol es uno de los ámbitos que más fanatismo desmesurado despierta, yo he visto gente llegar a las manos por una simple conversación de equipos rivales, por no hablar de los seguidores que no dudan en apuñalar, destrozar y quemar cuanto ven a su paso, todo por que gane o pierda un grupo de 11 hombres detrás de un balón, y para el que venga aquí diciéndome que soy una mujer y por eso digo eso, os puedo decir claramente que las palabras os las podéis ahorrar ya que a mi si que me gusta el fútbol, y sigo un equipo de la liga Árabe, pero no soy una persona fanática ni hago del fútbol una religión de culto, simplemente es una cosa más que ver en la televisión.
No damos la oportunidad al niño de que elija si le gusta o no le gusta, ya desde la primera camiseta estamos moldeando una criatura a nuestro antojo, siendo lo más egoístas que podemos.
¿Realmente un niño debería de protagonizar esta lamentable fotografía?
Pero no solo el fútbol es fuente de fanatismo, tenemos otros ámbitos como la religión, y esta señores si que es buena joya. He visto a niñas de 2 años con el nicab puesto, y carritos de niños cristianos repletos de amuletos religiosos con vírgenes, cruces, estampitas y demás tonterías arcaicas sin sentido alguno, carentes de realismo pero con un escabroso y terrorífico fin, reclutar un miembro más para las múltiples sectas de adoctrinamiento mental y doblegación humana (más conocidas como religiones). Estamos creando desde la cuna verdaderos defensores de los ideales religiosos que tengan los padres, fanáticos que no dudarán en decir una y mil veces que creen en determinado dios por que sus padres lo educaron así, sin más razones y sin saber explicar su procedencia o por qué si existe un dios los niños nacen con cáncer, pero eso no importa, el único objetivo de estas personas criadas entre los vapores tóxicos de la religión es el de apoyar lo que han mamado desde que tienen uso de razón, desde que fueron moldeados por aquellos que no los dejaron escoger su propia vida.
Sé que lo que estoy diciendo puede sonar a que mi punto de vista es que los niños no tienen que tener una educación, pero nada más lejos de la realidad, lo que quiero decir con esta reflexión es que aquello que nos enseñan cuando aún no tenemos ni uso de razón, es lo que defenderemos durante toda nuestra vida de una manera casi sobrenatural, con la misma irracionalidad con la que aprendimos punto por punto las lecciones que nos daban y sin dejar un resquicio para poder indagar nosotros mismos, por nuestra cuenta. Esto es lo que te enseñan y esto es lo que eres, así de dura es la frase que encaminará tus primeros pasos y tumbará los últimos, solo te queda un camino que para muchos es intransitable por el borreguismo atroz que los envuelve, pero que ahí está dispuesto a que alguien escape del rebaño, abre tu mente al mundo.
No es algo que se haga de manera fácil, cuesta, pero con esfuerzo todo se puede lograr, quizás la solución a este mundo que ha caído en el socavón de la locura sea precisamente aportar un pentagrama nuevo, diferente a todas las partituras que han compuesto la vida del ser humano hasta ahora, uno en el que podamos escribir nuevas notas cargadas de valores y percepciones que no enseñamos a nuestros hijos, aquellas que intentamos esmaltar por que no se tiene tiempo que dedicar a los pequeños de la casa, dejar que un niño pase 2 horas delante de una televisión es simplemente una verdadera mala jugada para su desarrollo personal, no estamos ayudando a que su inocencia perdure, solo estamos forzando un falso desarrollo que veremos reflejado en la adolescencia, por que niños con dos años ya saben encender un ordenador, mi sobrina con tan solo año y medio llevaba encima un móvil última generación cargado de videojuegos, y lo peor no es que lo lleve, es cuando ese aparato se convierte en un premio, y para mi el mayor dolor es el que me produce ver que nadie alrededor dijo nada, aquello era normal, pues para mi no es normal, para mi es una incitación más a la aceleración de crecimiento prematuro en los niños, esos mismos a los que estamos dejando sin infancia y que seguramente ya obligamos a que se adapten a las nuevas tecnologías sin apenas llegar a la edad de caminar, imponemos lo que nos apetece, hoy en día no se educa, hoy por hoy lo que se hace es moldear a nuestro parecer. Por no hablar de las fiestas estilo las Fallas de Valencia, las Hogueras de Alicante o las romerías, en las que niñas de un año a 40º van con leotardos, vestidas de falleras (o lo que toque) y llorando sin parar, pero nada importa, solo la tontería de los padres que pagan los hijos.
Cuando crecemos solo acentuamos estas doctrinas, sean en el ámbito que sean, y las potenciamos hasta convertirlas en un verdadero culto en el que basamos nuestra vida, lo primero que se prende es lo que correrá por nuestras venas el resto de nuestras vidas. Solemos decir que el ser humano está más avanzado que nunca y alardeamos de que hemos llegado a la luna, pero creo que deberíamos plantearnos si realmente este avance no está haciendo que destrocemos a futuras generaciones, ya que no es si llega a ser médico nuestro hijo lo que verdaderamente importa, si no que sea una buena persona y sepa diferenciar entre las diferentes opciones que nos brinda la vida, y sobre todo lo que hay que hacer es no negar a nadie jamás la oportunidad de elegir.Quizás estés leyendo esto y no sepas aún de lo que hablo, pero piensa por un momento las veces que has intentado que tu hijo fuera simpatizante de cualquier cosa la cual a ti también te gusta, sin darte cuenta estás cortando sus alas, imponer no es educar, los ideales no se se enseñan, eso es algo que solo se debería adquirir con los años y la experiencia, hoy en día se tiende a confundir ideales con principios, estos últimos si que debes inculcarlos a tu hijo, enseñarle el respeto, la tolerancia y que la importancia de la vida no reside en lo material, eso es solo un extra más de este mundo. Ahora toma tan solo un minuto de tu tiempo para pensar qué cosas de las que te gustan en la vida o de las que sigues han sido elegidas por ti, todas aquellas de las que ni recuerdes su origen es que te han sido impuestas, moldeadas y soldadas sin ningún tipo de miramiento, afortunadamente tenemos en nuestra mano poder remediarlo, si no puedes hacerlo contigo al menos hazlo con tu hijo, no impongas tus pensamientos, no intentes tatuar a los demás tu manera de ser, la educación es un regalo no un castigo.
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